HUAQUILLAS
(CHEME).- La desaparición del comercio, turistas, vendedores
ambulantes y toda actividad comercial a lo largo del Puente Internacional, que
separa las poblaciones fronterizas de Ecuador y Perú, por la crisis del
coronavirus ha ayudado a reducir la contaminación de las aguas del canal que se
vean más claras de lo habitual.
La actividad comercial y turística, en Huaquillas y Aguas Verdes, se ha paralizado por el confinamiento al que obliga el coronavirus. Pocos son las personas que quedan en ese sector, pues el control militar y policial de ambos países restringe la circulación debido al cierre de fronteras. De los que tienen la oportunidad de llegar al Puente Internacional se asombran de ver casi transparente el agua del canal, otrora putrefacta.
Las dos ciudades, Huaquillas y Aguas Verdes, separadas por el canal, vive principalmente
del comercio y turismo. Un turismo de masas que se ha convertido en su principal
fuente económica. No obstante, el ecosistema sufre las agresivas consecuencias
de la contaminación de sus aguas.
En estos días de aislamiento preventivo, los
residentes de las ciudades fronterizas han visto algo insólito: agua limpia. Un
efecto resultado de la reducción de desperdicios, basuras y todo tipo de desechos
que originan los comerciantes que se asientan al filo del canal.
No obstante, el aspecto del agua volverá a ser del
color y olor (putrefacto) tras la cuarentena, cuando la actividad de las dos
poblaciones vuelva a la normalidad.
El coronavirus ha
frenado en seco la actividad económica en Huaquillas y Aguas Verdes y en todo
el Ecuador y, de su mano, el turismo. Pero también se ha frenado la contaminación en
el Canal Internacional.
“Un efecto inesperado de la pandemia, el agua que
fluye por el canal está limpia por primera vez en mucho tiempo”, dijo un
militar que cumple su guardia en el Puente.
Como él, otros ciudadanos han decido enseñar al Ecuador cómo está el Canal Internacional tras varias semanas sin comercio y sin turistas.