El asesinato al alcalde de Arenillas, Eber Ponce Rosero, debe ser la gota que rebose el vaso. Los orenses no podemos seguir siendo meros espectadores de tanta violencia, especialmente, ahora que ha iniciado el nuevo año y prácticamente tenemos una cifra récord, que nos atemoriza más de la cuenta.
En diciembre del año pasado, señor presidente, usted vino a la provincia para anunciar el incremento de personal de bloque de seguridad y de la presencia de tanquetas en las calles de los diferentes cantones para brindar mayor protección para los ciudadanos, pero más bien ha ocurrido todo lo contrario.
Señor presidente, El Oro se desangra y cada vez sus habitantes viven sumidos entre el dolor y el miedo. Sus decisiones no han tenido eco, pues las benditas tanquetas no se las ve de manera permanente en las calles y a policías y militares se los observa cuando los hechos de violencia ya se han dado.
Lo que sucede en nuestra provincia no lo estamos viendo en ciudades o provincias que históricamente han sido más peligrosas como Esmeraldas, Guayas o Manabí. Los índices de criminalidad han rebasado cualquier límite, por ello, es momento de levantar la voz por nuestros hijos, por nuestros nietos.
Señor presidente, el problema de la inseguridad ciudadana requiere soluciones a mediano y largo plazo, pero es necesario que los hechos violentos sean abordados de manera responsable, seria y con agilidad, pues lo más preocupante sería que todo esto quede en la impunidad.
Ya basta, debe ser la frase que los orenses hagan retumbar en el escenario nacional. Si es de salir a las calles a protestar ante el Estado ecuatoriano, pues hagámoslo entre todos, empresa privada, autoridades, colegios profesionales, organizaciones sociales y barriales, la Academia, que se escuche en un solo grito.
Señor presidente, si usted tiene intenciones de seguir gobernando este país, demuestre que está en capacidad para hacerlo, no permita que el Ecuador se le vaya de las manos y que la delincuencia we apodere de nuestro destino, especialmente, los orenses merecemos paz y vivir sin violencia.
El temor que nos invade no solo pone en riesgo la calidad de vida, sino que también amenaza el desarrollo económico y social de la provincia. Es imperativo que se implementen estrategias efectivas y sostenibles, respaldadas por la participación activa de la ciudadanía y un enfoque integral que combine prevención, educación y justicia. Solo así se podrá garantizar un ambiente seguro para todos.