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Editorial

Editorial: Entre dictadores se entienden

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Nicolás Maduro consuma su fraude electoral de los últimos comicios presidenciales en Venezuela con su asunción al poder. Solo sus acólitos lo acompañarán en una ceremonia donde predomina la presencia de la gavilla de delincuentes que devoraron los fondos públicos de las naciones de la región a cambio de los recursos naturales de sus países. Aquellos seres que para legitimar el desfalco en Sudamérica, imponían su voluntad con represión, prepotencia y totalitarismo. Miremos nomás quiénes van por Ecuador a su investidura: Rafael Correa, Luisa González, Diego Borja, los hermanos Triple A: Aquiles, Xavier y Antonio Alvarez Henríquez; Mónica Palacios, Viviana Veloz, Ricardo Patiño y Eduardo Franco Loor.

Con su presencia, no solo que avalan los resultados que no tienen ni siquiera actas que sustenten y verifiquen el triunfo, sino que, además, intrínsicamente, dan a conocer qué es lo que les gusta: son tres periodos consecutivos de Maduro tiene 12 años en el poder. Su asistencia a esa ceremonia respalda la migración, el tráfico de personas, el hecho de que entre ese éxodo se camuflen delincuentes que generan zozobra en las demás naciones de la región, así como el avalar que se amplíen los cinturones de pobreza en Latinoamérica. Los asistentes están de acuerdo con todo eso y por ese motivo hay que castigarlos y condenarlos.

La consecuencia de este atropello al régimen democrático es una ola de violencia en las calles de la nación bolivariana: represión contra quienes buscan libertad. Y entonces los hermanos venezolanos deben elegir entre morir en las calles, ser encerrados en las cárceles por exigir el respeto a su voluntad en las urnas, o abandonar su país en búsqueda de mejores días para sus familias. Una nueva ola migratoria se avecina en la región y ello implica que estas personas sean desplazadas de su república por la violencia desencadenada de la dictadura y a lo largo de la ruta de su escape, son víctimas de las organizaciones delictivas que trafican con seres humanos.

Por esa razón es que los organismos internacionales han expuesto su preocupación, así como los líderes de los demás países del continente, pues ninguna nación sudamericana está en condiciones de recibir en sus pueblos a más migrantes, por todo lo que implica: mendicidad, pobreza y vulneración de derechos.

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