A medida que se acerca la Navidad, en Machala se ha incrementado el número de personas en situación de calle, que se apostan al caer la noche a lo largo de la avenida 25 de Junio, específicamente desde la calle 10 de Agosto hasta la calle Junín, para recibir los obsequios o los alimentos que personas llegan a entregar por esta temporada.
Es impresionante ver en las veredas la cantidad de niños, niñas, adultos mayores, personas con discapacidad, familias enteras, muchas de ellas procedentes de Venezuela o Colombia que esperan la generosidad que caracteriza a los ecuatorianos para llevarse un pan a la boca, un vaso de chocolate caliente, un juguete o una canastsa navideña, incluso están dispuestas a pasar la noche.
La mendicidad en las calles de la capital orense, es un problema latente durante todo el año, pero adquiere mayor visibilidad en épocas navideñas. Este fenómeno, impulsado por la pobreza extrema, el desempleo y la falta de acceso a servicios básicos, pone en evidencia las profundas desigualdades sociales que afectan a nuestra comunidad y que poco o nada hacemos para reducir esa brecha.
En estas fechas, la sensibilidad de los transeúntes aumenta, y muchas personas buscan ayudar a quienes están en situación de calle. Sin embargo, esta realidad también puede propiciar la explotación infantil y perpetuar ciclos de dependencia, convirtiendo la caridad momentánea en una solución paliativa que no aborda el problema de raíz.
Es urgente que las autoridades nacionales y locales refuercen los programas de inclusión social, promuevan empleos dignos y garanticen el acceso a la educación y salud para las poblaciones vulnerables.
Como ciudadanos, también podemos aportar apoyando organizaciones que trabajen en proyectos sostenibles, fomentando así una verdadera transformación en la vida de quienes más lo necesitan. La solidaridad, bien dirigida, es el verdadero espíritu de la Navidad.