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hace 5 añosel
Por
Carlos Gavilanes“Despiertan para trabajar unas horas antes de que salga el sol. Si no hay peces, no hay salario»
HUAQUILLAS (CHEME).- Un grupo de pescadores empuja el bote hacia el agua, es cuando la marea alcanza profundidad suficiente, suben de un salto. Encienden el motor y se santiguan con los dedos empapados de agua salada. Saben que para volver con la hielera llena no basta con la experiencia, van a necesitar mucha de esa suerte.
Como las olas, la estabilidad del sector varía de un momento a otro. En especial, el clima, la marea, combustible, son factores que más afecta al pescador artesanal. A esto se suma sus palmas, sus rostros, están curtidos por la exposición al sol, el frío del agua y la fricción de las redes.
Esta es la realidad de decenas de pescadores artesanales que parten desde Puerto Hualtaco, del cantón Huaquillas, en busca de “buen viento y buena mar”, para sus faenas de pesca blanca.
A medida que la pandemia (Covid-19 o Coronavirus) y las medidas de cuarentena y “distanciamiento social” dispuestas por el gobierno para reducir la circulación de la enfermedad suman días, el deterioro a sus ingresos económicos por sus faenas de pesca se va haciendo cada vez más grande y visible y -algunos temen- podría volverse irreversible.
Uno de cada 10 cree que no podrá aguantar un mes más y cuando se agregan quienes creen no aguantar un segundo o tercer mes así, se llega a que, de prolongarse la situación, en 90 días tres de cada cuatro habrán quebrado.
Sus ingresos son tan mínimos que apenas les alcanza para subsistir, trabajan entre 12 y 15 horas. Y corren todo tipo de riesgos en el mar como, por ejemplo, caerse al agua por quedarse dormidos o ser víctimas de los piratas.
Ermel Mayón, parte de su vida la ha dedicado a la pesca. Él señala que están presentándose momentos difíciles, dado que el producto capturado no tiene, en los últimos 30 días, la atención de las decenas de usuarios que solían llegar a Puerto Hualtaco en busca de pescado, concha e inclusive cangrejo.
“No está como antes. Hay restricción. Las personas no llegan a comprar. Tengo que vérmelas de alguna manera para llevar el sustento diario a mi casa. El toque de queda ha influido enormemente en nuestras faenas y a siempre no va a coincidir la marea con el toque de queda”, Ermel Mayón.
“Pescar de día no es lo mismo que hacerlo de noche. Cuando la luna comienza a asomarse y el sol a esconderse, el panorama cambia notablemente. “La falta de luz en el agua te hace navegar a ciegas. Además, las canoas se vuelven invisibles para muchos barcos, así que hay que estar muy atento” acotó el pescador.
Por su parte Ángel Vega es una de las personas que tiene como costumbre comprar, pescado, concha y camarón para a su vez ofrecer a terceros. Coincide que la situación está difícil y que al momento invierte para ganar 0.20 de dólar por libra.
“Ahora no hay como quedarse hasta tarde, a la espera del arribo de los botes, el toque de queda ha mermado la actividad. Hay que negociar en pocas horas. Puerto Hualtaco está muerto. No hay a quien vender”, explica Ángel.
Pero junto a ellos, y a decenas más de pescadores artesanales, hay quien hace dos años labora en estas faenas, pues su condición de migrante y la necesidad de alimentar a su familia, llegó a Puerto Hualtaco a trabajar. Se trata de Guillermo Chacón. Él ayuda al desembarco de pescado, concha. De su labor consigue el pan de cada día.
“Hoy está dificultoso ganar el diario. A veces no llega producto y si hay no hay quien lo compre”, dijo Chacón quien tiene que alimentar a su esposa y dos niñas.